Hace tres meses que dejamos México atrás y que vivimos en Alemania mi esposo y yo – es tiempo de hacer un primer resumen del tiempo de “acostumbramiento”. En nuestro caso el verdadero inicio de acostumbrarse a la nueva situación de vida empezó un poco más tarde que hace 3 meses, porque el primer mes basicamente estuvimos viajando por Europa con amigos y familiares, así que no cuenta. Después de terminar el viaje y de regresar a la vida diaria nos enfrentamos a la realidad. La realidad era que Gus tenía que empezar con un curso de alemán ya y que el inicio de mi maestría (en octubre) no estaba tan lejos ya. La realidad también era enfrentarse a ver muchísimos trámites, entre ellos, el permiso de residencia Alemania, abrir una cuenta bancaria, conseguir documentos para la universidad y para el seguro médico.
Buscar un curso para Gus fue algo complicado simplemente porque en muchos lados no ofrecían cursos de su nível en ese momento, porque los cursos ya estaban llenos o porque era difícil llegar al curso sin carro (aquí vivimos en el campo – hay bastante posibilidad de moverse en bici o en transporte público, pero algunos lugares están lejos de todo tipo de transporte público). Pero por fin encontramos un curso que empezó hace poco y es justo lo que estabamos buscando. Mientras yo sigo trabajando antes de movernos a Berlin para la Universidad en octubre y mi marido también se puso a trabajar durante las semanas antes de que empezara el curso. El trabajo que hacía era muy básico, pero era lo que podía hacer sin hablar mucho alemán.
Todo eso es como un nuevo mundo para Gus, para nosotros y para nuestra relación. En México, Gus hacía todo – resolvía sus cosas, las de su negocio, a veces las mías y hasta las de sus familiares. Él sabía como resolver asuntos y problemas y cada quién se ocupaba de sus cosas. Aquí en Alemania todo es diferente: Gus tiene que pedir mi ayuda o la de mis papás para muchas cosas que él quisiera resolver solo. Pero no puede porque simplemente le falta el conocimiento del alemán. La verdad es que he llegado a sentirme como su secretaría…
La otra gran diferencia entre nuestra vida en México y la vida en Alemania es la cercanía de una y la ausencia de la otra familia. Creo que es algo que no tuvimos muy claro al momento de elegirnos como esposos, pero es así: Estar juntos significa que máximo uno de nosotros puede estar cerca de sus familiares. Claro que puede haber momentos en que las dos familias están juntas pero sólo es para un momento como unas vacaciones o un evento. En general no se me hace pesado estar lejos de mi familia, pero claro que también me han tocado momentos tristes o difíciles en los que queria estar con ellos y no se podía porque estaban del otro lado del charco. En esos momentos me pude consolar en estar con mi esposo y mi familia mexicana y en verdad me han ayudado mucho en eso! Ahora la situación está al revés y tanto mi esposo que yo extrañamos a nuestra familia mexicana.
Por último hay el cambio de lengua que a veces nos complica la vida: Es fácil y cómodo hablar español, pero estamos aquí para que Gus aprenda alemán así que intentamos siempre hablar alemán. Eso significa que a veces no nos entendemos bien, que pueden surgir malentendidos y que necesitamos paciencia los dos. Yo creo que paciencia es lo más importante porque si no, Gus se frustra por no poder expresarse como quisiera o yo me desespero porque no le entiendo bien o por tener otras cosas en la mente. Y así las cosas salen mal.
Aparte de esas diferencias culturales y personales también hay grandes diferencias entre nuestra vida mexicana y la alemana simplemente porque nos mudamos de una ciudad con casi tres milliones de habitantes a mi pueblo de origen con apenas 12 mil habitantes en el municipio. Claro que eso se ve en nuestra planificación del tiempo libre: Justo hoy estabamos hablando de que hacer el fin de semana y no se nos ocurrió mucho, mientras en México siempre hubo la posibilidad de ir a cenar o a hacer algo lindo en la ciudad. Pero también hay que ver los lados positivos: Mientras tuvimos esa plática Gus y yo estabamos corriendo por el bosque que está a 10 minutos caminando de nuestra casa – igual que la playa. Durante el verano era una maravilla para Gus vivir en la playa porque siempre lo ha soñado y fue como estar de vacaciones para él. Pero ahora que empieza el otoño ya no es momento de ir a la playa porque hace frío. Como pueden ver vemos y vivimos mucho la “tranquilidad alemana” aquí en mi pueblo en comparación del “caos mexicano” que vivimos antes. Claro que las dos cosas tienen sus ventajas y pronto nos vuelve a tocar la vida en la ciudad cuando nos mudamos a Berlin. Pero por el momento disfrutamos mucho de la tranquilidad del campo.
¿Como todo eso afecta nuestra relación? Todavía no lo sabemos bien pero por el momento creo que puedo decir dos cosas: Primero creo que es algo muy bueno para una relación tener de vez en cuando cambios grandes y enfrentarse a situaciones nuevas juntos. Nosotros estamos aprendiendo como modificar ciertas cosas y como superar las dificultades de la nueva situación exitosamente juntos. Los papeles se están acomodando de nuevo y eso me gusta porque así siempre hay desarollo en nosotros y en nuestra relación. Y lo segundo es que para nosotros también es algo bueno que mi esposo ahora está pasando por un proceso por el que yo pasé hace unos años. Por ejemplo cuando yo hacía errores en español y Gus se burlaba de mi siempre me molestaba (que digo – todavía se burla de mi cuando hago un error…). Sabía que no lo hacía en mal plan, pero aún así no se siente chido. Ahora él está pasando por ese proceso y ya vio porque no me gusta cuando se burla de mis errores porque le está pasando exactamente lo mismo con el alemán ahora. Así que creo que esa nueva situación nos hace aprender y entender más el uno al otro y eso es importante en todas las relaciones pero más cuando dos personas no vienen del mismo espacio cultural pero de mundos tan distintos.